Sin lugar a
dudas, la victoria del No en el plebiscito del 2 de octubre fue una
sorpresa para muchos, incluso los de la campaña por el No.
Representa una derrota múltiple, por un lado, Santos fue derrotado
en las urnas, el Acuerdo Final fue derrotado y las FARC también. La
derrota no es la misma en cada caso.
Santos
perdió su intento electoralista de ligar la suerte del plebiscito al
futuro de su candidato presidencial Humberto de La Calle. El Acuerdo
fue derrotado sin siquiera formar parte del debate real y por
supuesto fueron derrotadas las FARC, parte del No claramente votó
expresando su rechazo a la organización. También hubo otra
derrota, el deseo de los colombianos de vivir en paz. Aunque la
verdad es que esa última derrota se veía venir de todas formas,
pues el Acuerdo propone terminar la balacera con las FARC y no tanto
conseguir la Paz.
¿Cómo
llegamos a este punto?
El voto No,
es la consecuencia de una serie de actos, acuerdos y connivencias del
gobierno, las FARC, la izquierda legal y las ONG.
El primero
de esos fue la adopción del modelo irlandés de un proceso a puerta
cerrada cuyo contenido y discusiones fueron un secreto y el pueblo no
tenía ni voz ni voto, no tenían ningún derecho de saber ni opinar.
Los llamados expertos pensaban que eso era mejor Vicenç Fisas de la
Escuela de Cultura de Paz de Barcelona dijo "Sería
terrible que tuvieran que hacer un comunicado diario, como en el
Caguán o en Cuba, con el Eln, entre el 2005 y 2007. A los medios hay
que pedirles paciencia".1
Exagera, en los casos citados, no emitieron comunicados diarios, y
en este proceso, tampoco se quedaron callados, pero la idea
fundamental era: hagámoslo a espaldas del pueblo, exigía paciencia
del pueblo no de la prensa.
El pueblo no
participó, no obstante algunos foros (donde asisten y escuchan más
que nada) y el envío a la Habana de miles de propuestas. Nadie sabe
que pasó con las propuestas que les llegaron. Las organizaciones
que llegaron a Cuba, opinaron pero no saben que pasó con sus
opiniones, el debate era entre dos, el Estado y las FARC. Después
de cuatro años de decirle a la gente que no tienen derecho a
participar sino solo a figurar, aunque es inesperado, lo que ocurrió
en el plebiscito no es tan extraño.
En el
debate, la campaña de ex paramilitares, paramilitares,
narcotraficantes, terratenientes, grandes empresas, representados por
el Centro Democrático de Colombia, mintió una y otra vez. Pero la
verdad es que el Sí también mintió. La izquierda hablaba de
reforma agraria cuando el Acuerdo lo descarta y el documento de las
FARC presentado en su Conferencia X lo reconoce.2
Habrá impunidad para los militares y los empresarios a quienes
equiparan a los rebeldes de las FARC (en sí un insulto grave, el
rebelde es opositor altruista, los militares, criminales del Estado y
los empresarios, criminales en busca de su propio beneficio). Estos
y muchos más temas no formaron parte del debate por una sencilla
razón.
La izquierda
colombiana hizo una alianza con el gobierno de Juan Manuel Santos en
nombre de la paz, no sólo cuando pidieron votar por él en la
segunda ronda en 2014, sino en el marco de las discusiones sobre la
paz. Aceptó que el pueblo no tuviese ni voz ni voto y cuando
comenzaron a publicar los borradores de los acuerdos, no dijeron nada
sobre el vergonzoso contenido. Se callaron en nombre de la paz. La
izquierda legal, del Polo, y las ONG, con algunas excepciones, no es
un mundo poblado por idiotas sino tiene mucha gente inteligente,
capaz, analítica y hasta algunos con consciencia. Empero, no
dijeron nada sobre los vacíos de los acuerdos. Nunca abrieron ese
debate. La izquierda aceptó que es mejor no discutir y confiaban
en el cansancio de la guerra para ganar un plebiscito.
¿Quienes
votaron No?
Nada más
saber el resultado, comenzaron a señalar que las ciudades votaron No
y el campo Sí, las víctimas Sí y las no víctimas No. Sin
embargo, la situación es mucho más compleja y no se puede reducir a
crudos argumentos como ese. Es cierto que Antioquia es el
departamento que mayor impacto tuvo a favor del No. Pero cuando
miramos a municipios rurales, como Segovia, escenario de la masacre
de 1988 cuando el Partido Liberal (donde militaba Uribe en ese
entonces) dio la orden a los paramilitares y militares y masacraron a
43 personas por haber votado por la UP y en contra de los liberales
vemos otra realidad. En 1996, el capitán Cañas dirigió un grupo
paramilitar que masacró a 13 personas en dos barrios del pueblo. En
1997 los paras y los militares mataron a 250 personas, muchos de
ellas defensores de derechos humanos. En 1998, el ELN atacó el
oleoducto y el incendio posterior, no intencional, incineró a 84
personas en Machuca, Segovia. Luego en 2001, los paras mataron a
siete personas en ese mismo lugar, por nombrar solo unos hechos. No
hay duda, el municipio tiene sus víctimas, ha vivido la guerra como
ningún otro, pero votó claramente por el No. Sin embargo, solo
votaron 19% de la población.
En Bojayá
lugar donde más de cien personas murieron en un ataque de las FARC
contra los paramilitares atrincherados en el pueblo, 96% votaron Sí.
Parece ser contundente, y se utilizó como prueba de esa división
rural/urbana víctima/ no víctima. Pero apenas 30,37% de los
votantes inscritos salieron a votar en ese municipio. Segovia y
Bojayá son pruebas de algo que los medios, la izquierda, el Estado y
las ONG no quieren reconocer, es que las razones por el No son más
complejas y la abstención derrotó a todos, ninguno de ellos pudo
motivar a la gente a votar. Casi 63% de la población no salió a
votar y en los municipios más afectados por la violencia la
abstención ascendió a cifras entre el 70% y 80%.3
Todo eso es
el resultado de un proceso a las espaldas de la gente. Que Uribe
aprovechó la ignorancia de la gente, metió temas de miedo, apeló a
un catolicismo reaccionario logrando meter hasta los derechos de los
LGBTI en el debate, pues sí. Pero lo hizo ante una izquierda que en
alianza con el Estado decidió que era mejor pedir a unos ignorantes
votar que educar, debatir y discutir. El vacío de ignorancia es una
creación del mismo proceso, es un requisito del proceso. Los que
votaron Sí tampoco lo hicieron pensando en el contenido. Algunos
creían que habría reforma agraria, justicia, verdad etc. Pero
realmente votaron por estar cansados de la guerra. Y ahora que Uribe
entra a negociar “cambios” volverán a votar que sí,
independientemente del contenido de los cambios.
Constituyente
Las FARC
pidieron una Constituyente desde muy temprano en el proceso pero
aceptaron sin más la respuesta negativa del Estado. También lo
aceptó la izquierda y las ONG, pues estas últimas, como buitres,
van donde la plata y no había plata en seguir peleando por una
Constituyente. Sin embargo, ahora se revive la idea. Una
Constituyente no se puede hacer a las carreras, pero es la única
posibilidad de dar vida a ese deseo de vivir en paz y a la vez
construir un escenario para luchar contra la impunidad, las empresas
mineras, las leyes de despojo entre otras cosas. Pero para hacer
eso, el Polo, tiene que romper su alianza con el Estado, la derecha
ha dicho que no está dispuesta a una paz a cualquier precio, así la
izquierda también tiene que decir “paz sí, pero no a cualquier
precio”, es decir todo lo contrario de los cuatro años que llevan
de rodillas con el autoengaño de que un proceso de paz solucionaría
todo. Cuando uno pide poco está garantizado que
le van a dar menos.
Gearóid Ó
Loingsigh
04/10/2016
1
El Tiempo (29/09/2012) Entrevista con Vincenç Fisas
www.eltiempo.com
2
Véase www.las2orillas.co
¿Que discutieron las FARC
en sesión cerrada durante los 7 días de la X Conferencia?
3
Las cifras de la votación están disponibles en
www.registraduria.gov.co
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