lunes, 17 de octubre de 2016

CONSTITUYENDO LA CONSTITUYENTE. MÁS ALLÁ DE LA HABANA. Por: Jaime Araujo Renteria

Miembros de la sociedad civil colombiana, le informamos al resto de ella y a la comunidad internacional que nos hemos constituido, como Consejo promotor de la Asamblea Nacional constituyente, para que ella pueda diseñar las nuevas instituciones que hagan realidad la anhelada paz con justicia social. Para enfrentar la profunda desigualdad social, es necesario hacer cambios estructurales que modifiquen las relaciones de propiedad y distribución de la riqueza, que afectan fundamentalmente a la población más pobre que no cuenta con plenas libertades democráticas, ni derechos fundamentales como el trabajo, la tierra, la salud, la educación, la vivienda y los servicios públicos, que les son negados o recortados, configurándose una profunda desigualdad social.
Asumimos el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la ONU, como uno de los objetivos de la constituyente: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”… y que es “esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”, en desarrollo de este mandato de toda la humanidad, se hace imperioso, ir más allá del acuerdo de La Habana, en el tema de los derechos humanos, en principio para que las víctimas de la violencia en Colombia, tengan de verdad, derecho a la reparación, a la justicia, a la verdad y a la no repetición; y para que la sociedad civil, toda, tenga una verdadera paz con justicia social; esto es, con más derechos humanos.
La sociedad civil, titular de la soberanía y del poder constituyente, mira positivamente, la iniciación del diálogo para la cesación del conflicto armado con el ELN y esperamos que uno de sus primeros frutos sea el cese bilateral del fuego, observamos con optimismo que este grupo beligerante haya manifestado que, durante todo el proceso, se hará acompañar de la sociedad civil. De nuestra parte estaremos acompañando ese proceso expresando nuestras opiniones con toda libertad y autonomía, haciendo sentir nuestra voz, para señalar nuestras coincidencias y nuestras divergencias. Lo que sea ampliación de derechos y libertades democráticas lo apoyaremos, y lo que signifique vulneración, retroceso o privación de derechos, lo rechazaremos.
La sociedad civil, dueña del poder constituyente, denuncia ante la opinión pública internacional y nacional, la estrategia del Santismo y del Uribismo, de impedirle al pueblo colombiano reunirse en una Asamblea Constituyente, amplia y democrática, que cuente con la participación mayoritaria de las organizaciones sociales, con el fin de abrirle camino a la paz con justicia social desde abajo, como el instrumento idóneo de una verdadera reconciliación.
Coincidimos con el ELN y otros sectores que han afirmado que no le hace bien al país, ni al proceso de paz, que los resultados del plebiscito sean canalizados por la clase en el poder para zanjar sus diferencias y darle continuidad a un sistema político perversamente excluyente, el cual, sin duda alguna debe modificarse por ser causa principal de la violencia y del conflicto sociopolítico que hemos tenido en nuestra historia reciente.
Algunos miembros del Consejo por la Constituyente, con el fin de impedir esta nueva exclusión, le informa a la comunidad internacional y a la nacional, que será interlocutor activo en la búsqueda de la verdadera paz y que no escatimará ningún esfuerzo para dialogar con todos los actores armados (ELN, FARC, EPL), con el propio Estado y especialmente con las organizaciones de la sociedad civil, porque tiene claro que el derecho a la paz, fundamental e irrenunciable que tenemos todos los colombianos, es superior y no está condicionado ni supeditado al mantenimiento del orden público que tiene el gobierno nacional.
Cuando los bandidos pelean, los honestos salen ganando, ya que los primeros al mismo tiempo mienten y dicen la verdad: mienten respecto de lo que dicen de ellos y dicen la verdad en lo que afirman de los contrarios; miente Uribe, cuando dice que no hizo trampas en el plebiscito y dice la verdad cuando afirma que Santos también las hizo y dice la verdad santos, cuando afirma que Uribe hizo trampas, y miente cuando declara que él no las hizo en el plebiscito. Como mintió también las FARC, antes o después del plebiscito, cuando dijo que aceptaba el resultado del mismo y ahora no lo acepta (mintió antes o miente ahora).
Para los abstencionistas, o quienes votaron por la constituyente, en el plebiscito, resulta profundamente paradójico, que muchos de los que votaron por el sí o por el no, en el plebiscito, y nos daban lecciones de democracia, ante la crisis que crearon ellos mismos, propongan como fórmula para salir de ella soluciones antidemocráticas; de espaldas al pueblo soberano y constituyente, excluyendo a las mayorías; cuando la solución es precisamente la contraria; inyectarle más democracia a la famélica democracia colombiana. No puede ser la cúpula de la oligarquía colombiana (Uribista y Santista) la que resuelva la crisis, sino el pueblo colombiano, pues, como dijera Sieyes: “El pueblo en momentos de crisis, debe ser siempre consultado, como árbitro supremo que es, y, si no pudiesen serlo todos los ciudadanos, debe serlo, a través de una representación extraordinaria, … Esta representación extraordinaria, obra en virtud de mandato extraordinario y puede tener el poder constituyente”. Este principio se encuentra plasmado en nuestra constitución en el “Artículo 3. La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público...”.
MÁS ALLA DE LOS ACUERDOS DE LA HABANA
El árbitro supremo, el pueblo colombiano, tiene que dejar de lado a Uribe y a Santos e ir más allá del acuerdo de La Habana, para conseguir los derechos que éste no contempla. Santos y Uribe, defienden el mismo modelo económico; ambos han realizado una guerra sin cuartel contra los derechos del pueblo; ambos han sido amanuenses de poderes y gobiernos extranjeros en contra de intereses colombianos.
Los acuerdos de La Habana, tampoco cambien el modelo económico, sino que lo perpetúa; no defiende la soberanía nacional. No le da a las víctimas de la violencia sus derechos a la verdad a la justicia a la reparación ni la garantía de no repetición; no le da los colombianos la verdadera paz con justicia social ni la paz con la naturaleza, no está la preservación del medio ambiente; la lucha contra la corrupción y el desempleo. Las Reformas agraria, urbana y del sistema financiero; la reforma del congreso, de la Justicia, de la educación y la salud. La redistribución de la riqueza y la lucha contra todas las formas de discriminación incluidas la sexual y la racial. En los acuerdos de la Habana brillan por su ausencia la Libertad e igualdad de los colombianos, la Creación del estado autonómico o federal; el derecho a la vivienda para todos, etc. No podemos dejar que estas ideas, en síntesis: Paz con justicia social y democracia política y económica, desaparezcan del debate social y político y por estas razones y por estos derechos, es que tenemos que ir más allá del acuerdo de La Habana, a debatirlos y a plasmarlos en una asamblea constituyente.
Ese diálogo, tiene que pasar por el diseño de las nuevas instituciones que den más derechos al pueblo colombiano, para que este, no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión, de ahí que reiteremos que el escenario natural para realizarlo es la Asamblea Nacional Constituyente, que debe ser convocada inmediatamente y exigida en todos los escenarios públicos o privados.
El Consejo por la Asamblea Nacional Constituyente que hemos constituido, está abierto para que otros sectores interesados en la propuesta, participen, y juntos la hagamos realidad.
Diálogo ya, dentro y fuera de la Constituyente.
JAIME ARAUJO RENTERIA

Miembro del Consejo Nacional Pro Constituyente.

miércoles, 5 de octubre de 2016

HACIENDO EL PAPEL DE NOSTRADAMUS (más por experiencia que por perspicacia). Por: Gloria Gaitán


1º. Dado que el colombiano es maniqueo: no conoce los matices, SI o NO, liberal o conservador, Santos o Uribe, Millonarios o Santa Fé…
 
2º. Dado que esa falta de matices va a la par con la intolerancia, por lo que no se discute ni escudriña la “esencia” de las situaciones, sino que se insulta y no se escucha al que no piensa como uno, hasta llegar a los límites del asesinato.
 
2º. Dado que las oligarquías colombianas son “los mismos con las mismas” y solo se dividen para reinar.
 
3º. Dado que la táctica fundamental de la oligarquía colombiana  es la de formar frentes nacionales para luego simular su enfrentamiento, porque saben que los que se interesan por la política les siguen el juego (ver mi ensayo publicado en 1982, titulado Tácticas de poder de la oligarquía).
 
4º.  Dado que Jorge Eliécer Gaitán dijo “Les regalamos su plato de lentejas de los cinco ministerios, porque lo nuestro no va tras la Unión Nacional de las oligarquías, sino tras la unión del pueblo de todos los partidos para alcanzar su liberación”.
 
5º. Dado que en este plebiscito necesitaban un NO para despertar el interés de la gente para que fueran a las urnas, siendo Uribe el calanchín que necesitaban para liderar a la oposición.
 
6º. Dado que es posible que hicieran fraude para que ganara el NO (porque les interesaba que se cayera el acuerdo para no estar obligados a tolerar a las FARC haciendo política y aplicando políticas agrarias que afectaban a los “terratenientes buitres”, pero internacionalmente se hacían pasar por abnegados y pacíficos gobernantes)
 
7º. Dado que la guerrilla  privilegia la “ley” por encima de la opinión popular expresada en las urnas, donde ganó el abstencionismo, negándose a respetar el resultado del voto popular.
 
8º. Dado que el abstencionismo es la expresión colombiana del rechazo popular a la clase política y la indiferencia a sus propuestas, siempre torticeras, a diferencia de las épocas del anterior plebiscito de 1957, cuando las aplastantes mayorías respondieron a las consignas de sus entonces llamados “jefes naturales”.

 
VATICINAMOS
 
Que, a la salida de la “citica” que le pidió Uribe a Santos, que tendrá lugar hoy 5 de octubre de 2016 a las 10.30 am en la Casa de Nariño, con la presencia del cavernícola Ordóñez, conoceremos un comunicado que dirá:
 
“… reconociendo que el gobierno ha hecho todo lo posible y lo  imposible para alcanzar la paz (aquí una descripción de las “abnegadas” jornadas para lograrlo) y que el honorable senador Uribe está dispuesto, sin que medie la realización de una Constituyente, a que se hagan algunos “arreglitos” a lo hasta ahora pactado. Pero, constatando que las FARC se niegan a aceptar el veredicto de las urnas, apelando al carácter no vinculante del plebiscito, situación que nos coloca ad portas de la reanudación de la guerra… Para salvar la patria e impedir la violencia convocamos a los colombianos a la unidad y para ello hemos acordado, patrióticamente, constituirnos en Frente Nacional (le pondrán otro nombre, pero será el mismo perro con distinto bozal del que nos impusieron después del plebiscito de 1957). La historia se repite.
 
Palabras más, palabras menos, esa será la culminación de una jugada maestra del País Político.
 
Afortunadamente contamos con una abstención del 62%, símbolo de que la mayoría de los colombianos ya no le “paramos bolas” a las triquiñuelas de esta ignominiosa clase dirigente.
 
Es verdad que no es aún fruto de una clara consciencia política, pero es el comienzo de aquella ruptura que vaticinó Jorge Eliécer Gaitán al decir: “Bastará que las masas lleguen a un plano de  relativa conciencia para que el rompimiento se presente y comprendan la trivial verdad de que sus intereses no pueden ser resueltos por quienes tienen intereses contrapuestos”.
 
Bogotá, octubre 5 de 2016, 10.30 am



martes, 4 de octubre de 2016

El Plebiscito, La Paz y la Derrota. Por: Gearóid Ó Loingsigh

Sin lugar a dudas, la victoria del No en el plebiscito del 2 de octubre fue una sorpresa para muchos, incluso los de la campaña por el No. Representa una derrota múltiple, por un lado, Santos fue derrotado en las urnas, el Acuerdo Final fue derrotado y las FARC también. La derrota no es la misma en cada caso.

Santos perdió su intento electoralista de ligar la suerte del plebiscito al futuro de su candidato presidencial Humberto de La Calle. El Acuerdo fue derrotado sin siquiera formar parte del debate real y por supuesto fueron derrotadas las FARC, parte del No claramente votó expresando su rechazo a la organización. También hubo otra derrota, el deseo de los colombianos de vivir en paz. Aunque la verdad es que esa última derrota se veía venir de todas formas, pues el Acuerdo propone terminar la balacera con las FARC y no tanto conseguir la Paz.

¿Cómo llegamos a este punto?

El voto No, es la consecuencia de una serie de actos, acuerdos y connivencias del gobierno, las FARC, la izquierda legal y las ONG.

El primero de esos fue la adopción del modelo irlandés de un proceso a puerta cerrada cuyo contenido y discusiones fueron un secreto y el pueblo no tenía ni voz ni voto, no tenían ningún derecho de saber ni opinar. Los llamados expertos pensaban que eso era mejor Vicenç Fisas de la Escuela de Cultura de Paz de Barcelona dijo "Sería terrible que tuvieran que hacer un comunicado diario, como en el Caguán o en Cuba, con el Eln, entre el 2005 y 2007. A los medios hay que pedirles paciencia".1 Exagera, en los casos citados, no emitieron comunicados diarios, y en este proceso, tampoco se quedaron callados, pero la idea fundamental era: hagámoslo a espaldas del pueblo, exigía paciencia del pueblo no de la prensa.

El pueblo no participó, no obstante algunos foros (donde asisten y escuchan más que nada) y el envío a la Habana de miles de propuestas. Nadie sabe que pasó con las propuestas que les llegaron. Las organizaciones que llegaron a Cuba, opinaron pero no saben que pasó con sus opiniones, el debate era entre dos, el Estado y las FARC. Después de cuatro años de decirle a la gente que no tienen derecho a participar sino solo a figurar, aunque es inesperado, lo que ocurrió en el plebiscito no es tan extraño.

En el debate, la campaña de ex paramilitares, paramilitares, narcotraficantes, terratenientes, grandes empresas, representados por el Centro Democrático de Colombia, mintió una y otra vez. Pero la verdad es que el Sí también mintió. La izquierda hablaba de reforma agraria cuando el Acuerdo lo descarta y el documento de las FARC presentado en su Conferencia X lo reconoce.2 Habrá impunidad para los militares y los empresarios a quienes equiparan a los rebeldes de las FARC (en sí un insulto grave, el rebelde es opositor altruista, los militares, criminales del Estado y los empresarios, criminales en busca de su propio beneficio). Estos y muchos más temas no formaron parte del debate por una sencilla razón.

La izquierda colombiana hizo una alianza con el gobierno de Juan Manuel Santos en nombre de la paz, no sólo cuando pidieron votar por él en la segunda ronda en 2014, sino en el marco de las discusiones sobre la paz. Aceptó que el pueblo no tuviese ni voz ni voto y cuando comenzaron a publicar los borradores de los acuerdos, no dijeron nada sobre el vergonzoso contenido. Se callaron en nombre de la paz. La izquierda legal, del Polo, y las ONG, con algunas excepciones, no es un mundo poblado por idiotas sino tiene mucha gente inteligente, capaz, analítica y hasta algunos con consciencia. Empero, no dijeron nada sobre los vacíos de los acuerdos. Nunca abrieron ese debate. La izquierda aceptó que es mejor no discutir y confiaban en el cansancio de la guerra para ganar un plebiscito.

¿Quienes votaron No?

Nada más saber el resultado, comenzaron a señalar que las ciudades votaron No y el campo Sí, las víctimas Sí y las no víctimas No. Sin embargo, la situación es mucho más compleja y no se puede reducir a crudos argumentos como ese. Es cierto que Antioquia es el departamento que mayor impacto tuvo a favor del No. Pero cuando miramos a municipios rurales, como Segovia, escenario de la masacre de 1988 cuando el Partido Liberal (donde militaba Uribe en ese entonces) dio la orden a los paramilitares y militares y masacraron a 43 personas por haber votado por la UP y en contra de los liberales vemos otra realidad. En 1996, el capitán Cañas dirigió un grupo paramilitar que masacró a 13 personas en dos barrios del pueblo. En 1997 los paras y los militares mataron a 250 personas, muchos de ellas defensores de derechos humanos. En 1998, el ELN atacó el oleoducto y el incendio posterior, no intencional, incineró a 84 personas en Machuca, Segovia. Luego en 2001, los paras mataron a siete personas en ese mismo lugar, por nombrar solo unos hechos. No hay duda, el municipio tiene sus víctimas, ha vivido la guerra como ningún otro, pero votó claramente por el No. Sin embargo, solo votaron 19% de la población.

En Bojayá lugar donde más de cien personas murieron en un ataque de las FARC contra los paramilitares atrincherados en el pueblo, 96% votaron Sí. Parece ser contundente, y se utilizó como prueba de esa división rural/urbana víctima/ no víctima. Pero apenas 30,37% de los votantes inscritos salieron a votar en ese municipio. Segovia y Bojayá son pruebas de algo que los medios, la izquierda, el Estado y las ONG no quieren reconocer, es que las razones por el No son más complejas y la abstención derrotó a todos, ninguno de ellos pudo motivar a la gente a votar. Casi 63% de la población no salió a votar y en los municipios más afectados por la violencia la abstención ascendió a cifras entre el 70% y 80%.3

Todo eso es el resultado de un proceso a las espaldas de la gente. Que Uribe aprovechó la ignorancia de la gente, metió temas de miedo, apeló a un catolicismo reaccionario logrando meter hasta los derechos de los LGBTI en el debate, pues sí. Pero lo hizo ante una izquierda que en alianza con el Estado decidió que era mejor pedir a unos ignorantes votar que educar, debatir y discutir. El vacío de ignorancia es una creación del mismo proceso, es un requisito del proceso. Los que votaron Sí tampoco lo hicieron pensando en el contenido. Algunos creían que habría reforma agraria, justicia, verdad etc. Pero realmente votaron por estar cansados de la guerra. Y ahora que Uribe entra a negociar “cambios” volverán a votar que sí, independientemente del contenido de los cambios.

Constituyente

Las FARC pidieron una Constituyente desde muy temprano en el proceso pero aceptaron sin más la respuesta negativa del Estado. También lo aceptó la izquierda y las ONG, pues estas últimas, como buitres, van donde la plata y no había plata en seguir peleando por una Constituyente. Sin embargo, ahora se revive la idea. Una Constituyente no se puede hacer a las carreras, pero es la única posibilidad de dar vida a ese deseo de vivir en paz y a la vez construir un escenario para luchar contra la impunidad, las empresas mineras, las leyes de despojo entre otras cosas. Pero para hacer eso, el Polo, tiene que romper su alianza con el Estado, la derecha ha dicho que no está dispuesta a una paz a cualquier precio, así la izquierda también tiene que decir “paz sí, pero no a cualquier precio”, es decir todo lo contrario de los cuatro años que llevan de rodillas con el autoengaño de que un proceso de paz solucionaría todo. Cuando uno pide poco está garantizado que le van a dar menos.

Gearóid Ó Loingsigh
04/10/2016

1 El Tiempo (29/09/2012) Entrevista con Vincenç Fisas www.eltiempo.com
2 Véase www.las2orillas.co ¿Que discutieron las FARC en sesión cerrada durante los 7 días de la X Conferencia?

3 Las cifras de la votación están disponibles en www.registraduria.gov.co

¿Por qué se convocó a plebiscito? Por: Jorge Ignacio Salcedo Galán

Esta pregunta ronda hoy en la cabeza de muchos colombianos que todavía no entienden lo que pasó ayer, pero especialmente de los que ilusionados y entusiasmados votaron por el "SI".
Desde el Comité de Voto Nulo, dimos de antemano respuestas a esta pregunta distintas a la oficial (gobierno y FARC) que señalaba que era para saturar de legitimidad (no de legalidad) los acuerdos. Se trataba, según la versión oficial, del ejercicio de derrotar, de una vez por todas, políticamente a los enemigos del paz. Mentira. Esta respuesta fue una trampa que intentamos denunciar. Por eso a cambio del plebiscito exigimos al gobierno y al congreso que se amnistiara de la manera más generosa y amorosa posible a las FARC (para lo que no se requiere plebiscito), que les garantizara participación política y que se abrieran los caminos de una Asamblea Constituyente amplia y democrática a la que el pueblo, históricamente excluido, pudiera acceder sin la intermediación perversa de los actuales partidos políticos. En este contexto los partidos podrían abrirse a sus bases, lo que nunca han hecho, y dar paso a una verdadera democracia. No eran, ni son, las FARC y el gobierno los llamados a concertar, a espaldas del pueblo, las reformas que requiere este país sin convocarlo a participar de una manera eficaz y no de la manera mentirosa como lo hicieron abusando de instituciones como la Universidad Nacional que hoy en día, lamentablemente, no da garantías de ser espacio amable con el pensamiento libre.
Dijimos, sin ambages, que la legitimidad buscada no era para el proceso sino para la política regresiva del presidente Santos, pero no nos creyeron.
Dijimos también (quien escribe esta nota en ello fue reiterativo) que si bien el plebiscito no era necesario para amnistiar a la guerrilla si lo era para amnistiar a los agentes del estado y a los civiles que fueron los principales violadores de derechos en desarrollo del conflicto, por lo que no era éticamente posible votar por el "SI" como no lo hicimos.
Votar el "Si", tal como no lo plantearon implicaba votar a favor de una inaceptable "ley de punto final" para los militares y sus aliados. No era posible aceptar la invitación a una vergonzosa entrega del concepto del delito político.

Votar el "Si" tal como lo plantearon implicaba aceptar una mentirosa verdad histórica
Votar el "Si", tal como lo plantearon implicaba legitimar el excluyente gobierno de Santos.
¡Que quede claro! El plebiscito solo tenía tres objetivos:

Primero, era necesario para legalizar la amnistía a los militares y a sus aliados que está prohibida en la Constitución que reserva esta figura exclusivamente para los delincuentes políticos; segundo, se requería para legitimar el nefasto gobierno de Santos y; tercero, consolidaba una verdad histórica a medias sin la participación eficaz de quienes la han vivido: las víctimas ya que no fue cierto que fueron el "centro de los acuerdos".
Así que a los derrotados del "SI" le enviamos un mensaje de tranquilidad. Solo se perdieron la posibilidad de legalizar y legitimar una "ley de punto final" para los agentes del estado, el cierre abusivo de la búsqueda de la verdad histórica y, la posibilidad de legitimar el gobierno de Santos. La posibilidad de tramitar una amnistía para los guerrilleros sigue siendo constitucional, legal y legítima, como bien lo sabe Timochenko quien afirmó que las FARC seguirán en la mesa de conversaciones como siempre lo han hecho (en todos los procesos anteriores el que siempre se levantó de la mesa fue el gobierno). El proceso debe seguir adelante, pero ya sin el sapo de amnistiar a los militares, de legitimar a Santos y de limitar la búsqueda de la verdad, como se pretendió hacer con el genocidio cometido contra la UP que iba a quedar registrado en la historia oficial como una "tragedia" que el estado "no logró evitar" siendo esta su única responsabilidad y como se pretendía hacer con el genocidio cometido contra el gaitanismo al que siempre han querído borrar de la historia oficial, como bien lo denunció valientemente, por estos días Gloria Gaitán.


¡POR LA PAZ: ASAMBLEA CONSTITUYENTE YA!

!POR LOS DERECHOS: ASAMBLEA CONSTITUYENTE YA!



Jorge Salcedo
Militante de base de "Bases en Rebelión de la UP"
3 de octubre de 2016






lunes, 3 de octubre de 2016

La historia se repite ... se repite, hasta cuando, hasta que hagamos memoria, no olvidemos las experiencias y aprendamos ... Por. Jeritza Merchan Díaz

Nuevamente quienes han manejado desde las "élites" de poder al pueblo, lo volvieron a enfrentar. Durante años, décadas, quienes han sido rebeldes políticos o disidentes del régimen han sido bautizados, presentados con cuantos epítetos han sido necesarios para mostrarlos como enemigos, terroristas, "come niños" , bandoleros, etc. Ocho años de una presidencia absolutamente eliminadora de la Otredad dónde se vaciaron de sentido histórico, social y político; en los últimos 6 años la ambigüedad en su tratamiento ha sido constante: terroristas, asesinos... y hoy que la gente a respondido en sintonía con esa enseñanza, el Estado en voz de algunos de sus gobernantes responsabilizan al pueblo por "no querer la paz", que infamia!!! que ignominia!!!!.
Este !NO!, también es histórico, tiene memoria, es una negación que debe leerse con el sentido de sus connotaciones , qué implica que su intensidad numérica en zonas que habían sido de tradición guerrillera como Meta, Huila y Tolima, sean tan altas?. Dónde esta la base social de esa historia, acaso, no habrá sido eliminada? Ganó en Antioquia y a primera vista uno lo explica por la fuerte tendencia uribista, pero no será que se nos está olvidando que en este departamento tuvo presencia, incidencia y representación la Unión Patriótica, y allí precisamente se registran las masacres atroces cometidas en los noventa contra esta colectividad política como perpetración del genocidio?,qué fuerzas políticas se instalaron allí luego de la perpetración de las masacres, desapariciones forzadas, exilios, amenazas, hostigamientos, desplazamientos forzados, asesinatos selectivos contra Upeistas y otras identidades políticas que no pertenecían al séquito de los gamonales, terratenientes y explotadores mineros; se nos olvidan los asesinatos uno tras otro de los defensores de derechos humanos en este Departamento?, no puede ser!!!!

Este no, no es de ahora, ha sido propiciado, sistematizado, "enseñado" (léanse los manuales paramilitares, y militares, también) y aún así en menos de un mes, se pretendía cambiar el código del !no! para con el Otro, del !no! para la participación política, del !no! Para la memoria histórica, del !no! Para entender la significancia del delito político, del !no! para respetar los derechos sindicales y de asociación, del !no! para respetar los derechos humanos. Eso es absurdo por decirlo menos.

Este NO responde a la imposición de la política del miedo que lleva instalada en Colombia desde hace muchos lustros, para mencionar solo algunas cosas, recordemos a los trabajadores de Las Bananeras los asesinaron porque eran peligrosos para el desarrollo que muy generosamente traía la tropical Oil Company; a los gaitanistas y a Gaitán los sometieron a genocidio, hablo ya de este término, porque fue justo en el año del magnicidio que  fue  adoptada  y  abierta  la  firma  y  ratificación, por  la   Asamblea General  de la  ONU de la resolución  260  A (III) - Convención para  la prevención y sanción del  delito  de  genocidio- este  crimen  de  la identidad  política  se  justificó  y se sigue  justificando  por  el peligro de las ideas gaitanistas, identificadas  por uno  como socialistas, otros  comunistas  e incluso  fascistas; pasando un borrador   siniestro nada se esclarece  y   se implementa  el miedo entre conservadores  y  liberales  porque  unos  son peligros   con respecto  a los  otros;  las  guerrillas  liberales  fueron  bombardeadas porque  el  comunismo  es peligroso  para   las "buenas  costumbres"  de la  tradición partidista;   el  enemigo interno   concepto implantado por  la  Doctrina  de  Seguridad  para mencionar, estigmatizar, criminalizar  y  eliminar  a cualquiera  que  se presuma peligroso  para  el orden  y las instituciones;   el uribismo  llamó a combatir  a sangre  y fuego  a  los terroristas  peligrosos  para  el proyecto autoritario  de la  seguridad democrática, sabiendo  que  son campesinos, estudiantes, organización  social, sindical, aún  así  había  que  eliminarlos;  este  proceso  de paz  empezó  entre  el "buen Estado"  y los "terroristas" peligros e indeseables , y  aún  así  de la manera  más  cínica  y  atrevida hoy se  quiere  juzgar a  quienes lo único  que han  hecho es ser obedientes  con  lo que  les han enseñado: evitar el peligro  de la  Otredad , esa  que  se  apropiaría de las  curules,  se gastará  el dinero de nuestros impuestos,  nos  llevará  al  Castro-Chavismo, no  ha cesado la implementación de miedo, miedo, miedo, y luego  quieren  que  voten  sin miedo  por un sí. Eso  sí es desproporcionado. 

El  NO,  de hoy representa  miedo, temor, en la mayoría  de  casos,  o preguntémonos:   cómo se instaló ese  NO en las regiones  ya mencionadas, con invitación, con propuestas  de  dignidad,  con  asistencia y respeto  a los  DH, o quizá  con motosierras y la  implementación mafiosa que  todo lo compra?.  Negar  estas  realidades es hacerle  nuevamente  el juego  a un Estado  que  por  tradición ha  engañado,  ha cambiado  los  discursos  y  ha desvanecido  las  historias.  Otra  vez  la  confrontación entre  el pueblo?. Otra vez  el  engaño?, a  eso SI  digámosle  NO.


Por qué  hacer un plebiscito sin  amnistía  e indulto previos?
Por qué  el desvanecimiento de la  categoría  de  delito  político?
Por qué la  consulta  de tantos  puntos  que desbordaban  el acuerdo de DOS partes, no de toda la  sociedad?
Por qué la  fiesta  antes  del resultado del plebiscito?
Por qué  la  desinformación  en  los  resultados  de las  encuestas?
Por qué  apenas  un mes para  ilustrar  sobre  los  Acuerdos?
Pero  sobre  todo, por qué  el interés  de fragmentar, polarizar  y enfrentar  al mismo pueblo  que,   generación tras generación ha  puesto los  muertos y  que no ha encontrado verdad, justicia , reparación y  mucho menos  garantías  de  no repetición, pero  aún así ,  hoy se  quiere mostrar como el  responsable  de  no querer  la paz,  eso si ya  es abominable!!!!

Pregunto, y  el Estado no es responsable  de ese  NO?, algunos industriales, multinacionales,  ejércitos  legales y paraestatales, no tienen  nadita  que ver  con ese NO????? ; y con inmenso, pero  inmenso  dolor  me pregunto,  algunas  expresiones y acciones de la  izquierda  tampoco   tiene  nada  que ver? . Me interrogo,  será  que  algo incidió  el que hayamos  actuado   más  por  emoción  que  por  razón,  y por  eso  quizá nos faltó  pensar  que  en las  regiones, en  las  localidades,  en las  zonas no  era  tan fácil decir  SI, porque  aún  quienes  las  manejan  tienen  el poder  de la  violencia   para "ordenar  el NO";  o de pronto no podría  esperarse  que  se  saliera  a votar  SI, sin haberse  sentido  la inclusión de los  sectores  votantes  en la  negociación?. Por  eso  me sigo  interrogando:  cuales  son  los intereses reales  de haber  sometido  un DERECHO, como lo es la paz,  a  votación???;  cual es  la razón de que  aún entendiendo  que  no era el plebiscito la  figura  expedita para  la ratificación de los  Acuerdos, fue  la adoptada???, porque  sabiendo  que  este  país  se encuentra  altamente  polarizado se  insistió, sin embargo, en seguirlo dividiendo  con un SI o NO, que realmente no son  opciones  reales para  la  superación  del  conflicto  social y  armado ???

Que  se  quiere  legitimar  ahora?, lo mismo que  se hizo  con  el Frente  Nacional?, el silencio, el olvido, los pactos  entre  gobernantes  de partidos  tradicionales  y la exclusión y  criminalización de otras  fuerzas  políticas?, esta vez con  el  argumento  de que "el pueblo  lo decidió  así", que horror!!!!  


Espero en realidad,  que  la  grandeza  del pueblo, sea  superior  a la mezquindad  y  el engaño  de  sus  gobernantes.  Yo  soy  de  ese  pueblo y  siempre,  como creo  la mayoría quiero la  paz, la  exijo y también me  comprometo  con ella, pero me  resisto  a seguir con la tradición de  dejarme  engañar  o chantajear  a nombre de este concepto,   como lo hicieron  con mis abuelos, padres...  esos gobernantes de tradición, adueñados de  este Estado excluyente y vulnerador, precisamente,  para justificar y  legitimar  la guerra. Por eso creo, que no es  el pueblo  el que  tiene  que dar  explicaciones,  este  NO, lo debe explicar el presidente,  los  asesores  también,   quienes  manejan las  encuestas   otro tanto,  y  quienes  hoy de manera  irresponsable  se llaman  "ganadores"  no se  de qué _ además  de las  tierras  de  nuestros campesinos,  de la paramilitación del Estado,  de la instalación del terror, de la pauperización de la  existencia gracias  a  sus políticas y acciones_   para  que  nos  expliquen, ellos  SI:  cómo   van  a cobrar ahora esa "ganancia"?.

Jeritza Merchan Díaz


GANÓ LA CONSTITUYENTE Y LA SOCIEDAD CIVIL. Por: Jaime Araujo Renteria.

Conocidos los resultados del plebiscito, se observa que el 63% de los votantes y 34 millones de colombianos, en su mayoría, miembros de la sociedad civil, víctimas de la violencia del Estado y del NO Estado, consideró que Santos y Uribe eran una misma cosa; que ambos, por igual han violado sus derechos fundamentales, al trabajo, a la salud, a la educación, a la igualdad, a la libertad, a la vivienda etcétera; que ambos defienden el mismo modelo económico, han sido socios y lo serán en el futuro, en la guerra que han hecho contra los derechos del pueblo; que ambos proponían la cesación de un conflicto armado, sin justicia social. La sociedad civil sabía, que cualquiera que fuera el resultado, al día siguiente, los desempleados seguirían sin empleo; los estudiantes sin escuelas y los enfermos sin hospitales, los jóvenes sin oportunidades y las mujeres discriminadas; etcétera.
Que lo único cierto, eran los nuevos impuestos que pagaría el pueblo, especialmente su clase media, ya que los más ricos no pagan con el argumento de la seguridad inversionista de Uribe y de Santos.
Las víctimas de la sociedad civil, tenían claro, que como en el caso del proceso de “Paz” con los paramilitares, otra vez, se les iba a violar su derecho a la verdad, a la justicia, a la reparación y la garantía de no repetición. Por estas razones fundamentales y por otras adicionales, fue que no acudieron a ratificar los acuerdos de La Habana, pues sabían que no era la paz con justicia social que es lo que anhelan.
Ese 63% de los colombianos, miembros de la sociedad civil con derecho a voto, es casi el doble, del 37.1% que acudió a votar el plebiscito y que representan el 13.5 por el sí; y el 13.5 por el no. La realidad entonces, es que tanto Uribe como Santos perdieron; perdieron unidos, pues el 63% es casi el doble del 37%; y perdieron también individualmente ya que el 13% de cada uno de ellos, frente al 63%, implica una diferencia del 50% (63-30=50); lo que significa que el 50% de los colombianos, miembros de la sociedad civil, los rechaza a cada uno de ellos. Es de resaltar, que entre votos nulos y votos no mercados (170.946+ 86.243= 257.189); más de un cuarto de millón de colombianos también los rechazaron.
Por eso sorprende, que tanto los rechazados Uribe como Santos, propongan como fórmula mágica, para enfrentar el rechazo de que ambos fueron objeto; un pacto para repartirse el poder y el gobierno entre ellos, otro acuerdo con exclusión del 63% de la sociedad civil, sin justicia social y con una nueva violación de los derechos de las víctimas de la sociedad civil a la verdad, a la justicia, a la reparación y a la no repetición. ¡La sociedad civil rechaza ese nuevo frente nacional entre Uribe y Santos!, con exclusión del 63% de los ciudadanos (cerca de 21 millones de ciudadanos) y de otros miembros de la sociedad civil. Y decimos otros miembros, ya que el número de ciudadanos es de 34.899.945; pero existen 13 millones más de compatriotas (para un total de 48 millones), que no votan, por ser menores de edad, pero como personas tienen los mismos derechos humanos que tienen los ciudadanos y por lo mismo hacen parte de la sociedad civil y deben ser tenidos en cuenta al momento de decidir sobre su destino.
El plebiscito, no era el camino, para dar una verdadera paz con justicia social; no era tampoco el escenario donde pudiera concurrir la sociedad civil, esto es, 34 millones de colombianos, que son el 250% más que los que concurrimos a votar el 2 de octubre. Si de verdad, queremos reconciliarnos a los 34 millones de colombianos, con los 13 millones que votaron el 2 de octubre, hay que hacerlo desde abajo, desde la base, y no desde la cúpula de la clase política que fue rechazada. Por este motivo el único instrumento para hacerlo es desde una verdadera Asamblea Constituyente, democrática, con representación mayoritaria de la sociedad civil, sin limitaciones, que se ocupe de todos los asuntos que interesan, precisamente, a la sociedad civil. Asamblea que cree las nuevas instituciones que hagan posible los cambios estructurales que requiere el Estado y la sociedad colombiana.
Es importante recordarle a Uribe y a Santos, que muchos de los votos que obtuvieron por el sí y por el no, fueron de miembros de la sociedad civil, a quienes no se les dio otras opciones, como el voto en blanco o el voto por la constituyente, que no son amigos ni de la guerra de Uribe, ni de “La Paz” excesivamente imperfecta de Santos, pues quieren más que la cesación parcial de un conflicto armado: la paz con justicia social; esto es, con derechos humanos. Como es importante recordarles, que no deben seguirle mintiendo a la sociedad civil, ya que, si bien el presidente es responsable del orden público, no es el dueño de la paz; pues este es un derecho que ya tenemos los colombianos
en el artículo 22 y que no vamos a dejárnoslo quitar ni Uribe ni de Santos, ni de la FARC. No basta, con que el presidente reconozca su derrota; es necesario que asuma las consecuencias de la misma; como la asumió David Cameron, el primer ministro inglés cuando perdió su propuesta de continuar en la unión europea; como la asumió el general Charles de Gaulle, cuando el pueblo francés le dijo no a su propuesta; como debió asumirla también un dictador como Pinochet, cuando perdió su plebiscito en Chile y en el caso de Colombia, como quiera que el plebiscito involucró a todo el gobierno, que hicieron campaña por el sí (sin respetar la sentencia de la Corte Constitucional), todo el gobierno debe asumir su responsabilidad política; y en política, la responsabilidad se asume como la asumió Cameron, de Gaulle y Pinochet: ¡Renunciando!. Ha llegado el momento, en Colombia, de nombrar un gobierno provisional, cuyo primer acto, sea la convocatoria inmediata de una Asamblea Nacional Constituyente, con representación mayoritaria de la sociedad civil (no de la clase política); esto es de las organizaciones sociales, democrática, sin limitaciones, reitero: que cree las nuevas instituciones que hagan posible los cambios estructurales que requiere el Estado y la sociedad colombiana.

Jaime Araujo Rentería.

¡ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE: NUEVAS INSTITUCIONES PARA EL ESTADO Y LA SOCIEDAD COLOMBIANA!


BOGOTÁ, 2 OCTUBRE 2016