viernes, 24 de junio de 2016

Falta lo importante. Por: Jorge Salcedo



Históricamente los aspectos centrales de todo acuerdo de paz son dos: La amnistía a los delitos políticos con sus conexos y la garantía de participación en política de los desmovilizados. La "posmodernidad" jurídica nos trajo, además, la verdad, la reparación de las víctimas y las garantías de no repetición, como componentes esenciales de los nuevos procesos.  Miles de acuerdos que nos evidencia la historia no tuvieron  estos, ahora,  indispensable   conceptos. La dejación de las armas por parte de los subversivos que cesan en su empeño armado - que no la entrega al ejercito enemigo para que las sume a su arsenal - es de tal obviedad que presentar por parte del gobierno como un "logro" que las FARC acepten  dejar las armas, es ridículo: los procesos de paz son para eso. 
Sobre los dos aspectos históricamente considerados como los  mínimos, es decir, el alcance de la amnistía y la garantía de participación en política de los revolucionarios, no se ha acordado nada. Lo concreto , entonces,  es que sobre lo fundamental, después de tres años de conversaciones no se ha avanzado  y las dos partes - cada una por su lado - especulan, mostrándose peligrosamente lejanos sobre tales aspectos. Como antecedente  debe recordarse que Belisario Bentancur  empezó su proceso con el trámite de una ley de amnistía lograda  con  una mayoría apabullante en el Congreso  y dando personería jurídica al partido al que llegarían los rebeldes: la UP. Entonces los guerrilleros, al empezar las conversaciones, tenían garantizado  el ser  amnistiados  y, formalmente (en la práctica el genocidio cometido demostró lo contrario), el espacio  de participación política. Aunque nadie esperaría que estos aspectos se dieran hoy de antemano,  como ocurrió en la época de Belisario, si es evidente que deben  ser resueltos en primerísimo  lugar, así su aplicación efectiva se deje  para el final  del proceso.
Es decir, lo acordado hasta hoy - que algunos celebran como el logro  de la paz - es lo procedimental del proceso  entre el gobierno y las FARC, que aunque es muy importante resultaría  francamente insulso  si no se resuelve sobre lo sustancial. El proceso de Belisario,  que termino en el gobierno de Barco y que al parecer tenía claro lo esencial de  un proceso de paz, fracaso en lo procedimental porque no fue posible garantizar  el cese al fuego pactado que terminó roto en  un doloroso episodio militar producto  del inexistente control del gobierno  sobre el ejército oficial. Siguiendo los lineamientos del ex - general Landazabal y sus aliados  dentro del ejercito, los enemigos de la paz de entonces,   lograron sabotear  el cese al fuego y obtener la desastrosa manifestación del Presidente Barco que declaró rota la tregua "donde quiera que se rompa" lo que determinó en fin de aquel proceso.
Tal vez estamos leyendo mal la historia al creer que  acordando lo procedimental, en lo que falló el proceso inicial, ya ganamos  la paz. Estamos olvidando lo fundamental para las partes del conflicto (los alcances de una ley de amnistía  amplia y generosa y  las garantías de participación políticas, puntos  sobre los que al parecer las partes están muy lejanas), y lo esencial para el Pueblo (que se resuelvan las causas económicos, políticas y sociales del conflicto social, es decir, la  perpetua exclusión a la que se somete a  las mayorías de los bienes, avances   y garantías de la producción social  de la que se apropian unas élites minoritarias).
Como conclusión,  debe decirse  que se acaba de pactar la importante parte  procedimental del proceso de paz entre el gobierno y las FARC  que empezaran a debatir sobre lo sustancial para ellos;  quedando por fuera de los diálogos de La Habana la paz social y económica, es decir la Paz del pueblo. 
Para  quienes no somos parte de la coalición del gobierno,  no somos miembros de las FARC  ni de la oposición uribista - al tener claro que las FARC  renunciaron a  la convocatoria de una Asamblea  Nacional Constituyente, amplia y democrática, donde se hubiesen  podido  tramitar los problemas de la Paz del pueblo -    quedó claro  que la Paz social y económica no está en discusión en La Habana.
La invitación, entonces, es, por una parte;  a que observemos el proceso del gobierno y de las FARC, esperando y deseando  que resuelvan pronto y eficazmente sus diferencias  pero   vigilantes - eso si - para  que allí no se negocie la verdad sobre los crímenes de estado cometidos (entre ellos el genocidio contra la UP)  y la impunidad de quienes nunca no han sido ni podrán ser considerados  delincuentes políticos (los agentes del estado y de la sociedad involucrados) y,   por la otra;  a que hagamos política de masas, desde las bases sociales, para buscar la paz social, económica y política que  (ya quedó claro) no se tramita en La Habana, confrontando a un gobierno atrabiliario y   negador  de derechos  parapetado  en la afirmación de que está haciendo la Paz en La Habana.




Jorge Salcedo
Unión Patriótica - Bases en Rebelión

 

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