PAZ
(PERPETUA) Y RESPONSABILIDAD ETICA (KANT Y MACHIAVELO)
Se
puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo,
Pero
no se puede engañar a todos, todo el tiempo (A. Lincoln).
Y,
jamás a nuestra conciencia.
Nos
quieren engañar, quienes afirman, que votar afirmativamente el
plebiscito, no es votar por Santos; y nos quieren engañar
doblemente, cuando afirman que si el Presidente pierde el plebiscito,
no tiene que irse del gobierno. Jurídica y éticamente,
es votar por el presidente; así lo establece la ley; “El
plebiscito es el pronunciamiento del pueblo convocado por el
Presidente de la República, mediante el cual apoya o rechaza una
determinada decisión del Ejecutivo.”(Art. 7 ley 134 de 1994).
Aun aceptando, la premisa
de que ninguna obra humana es perfecta; también es cierto que
existen obras humanas menos imperfectas; y es verdad, que la paz que
nos propone Santos, es excesivamente imperfecta. El derecho a la paz,
que ya tenemos los colombianos en el artículo 22 de la constitución
política, no es un regalo del gobierno santos ni de la farc; y es un
derecho mucho más amplio que la cesación parcial de un conflicto
armado (pues falta el ELN y lo que queda del EPL). El derecho a la
paz tiene una connotación positiva y una negativa; esta última
tiene una doble dimensión: 1.- La falta de violencia física y 2.-
La ausencia de violencia social y económica en las relaciones
sociales; y la connotación positiva de la paz, implica que se le
considera no sólo como la ausencia de violencia, sino además como
una cuestión de desarrollo, una forma de cooperación no violenta,
igualitaria, no explotadora, no represiva entre personas pueblos y
Estados y modernamente se considera que no es posible estar en paz si
no existe el respeto y realización plena de los derechos civiles,
políticos y económicos sociales culturales y de solidaridad. Como
en las negociaciones de la Habana, falta la 2 parte de la dimensión
negativa y toda la dimensión positiva del derecho a la paz, se puede
concluir que lo que se negocia es la cesación parcial de un
conflicto armado y no la paz.
Quienes votan
afirmativamente el plebiscito, votan por esta “paz”,
excesivamente imperfecta con violencia social, política y económica
sobre el pueblo colombiano; sin desarrollo y sin ampliación de los
derechos civiles, económicos, sociales y culturales de los más
pobres. Votan, al mismo tiempo, en una palabra, por la “paz” de
santos y por la guerra de santos contra los derechos del pueblo; por
su guerra social y económica contra el pueblo. Votan por la
deficiente paz de santos y aunque quieran engañarnos, negándolo,
votan por sus cuatro locomotoras; incluida la locomotora minera, que
ha arrasado con los derechos de los indígenas, de los afro
descendientes y de los campesinos colombianos; que ha contaminado su
tierra, su aire y sus aguas. Votan también por el santos,
responsable, por omisión, de los falsos positivos, ya que él pudo
derogar la norma del ministro anterior que los legalizaba y sin
embargo no lo hizo y a la luz del artículo 6 de nuestra
constitución, los servidores públicos, y el ministro de defensa lo
era, son responsables por omisión en el ejercicio de sus funciones.
Sobre este tema, no sirve de justificación ni siquiera la excusa de
que no lo sabía, pues no se puede ser ministro de defensa, sin
conocer las normas que legalizaban el genocidio de los falsos
positivos y sin derogarlas o renunciar cuando otro no quiere
derogarlas. Como no le sirvió de excusa, a Luis XVI, cuando quiso
salvarse, diciendo que no era responsable porque no sabía, como se
violaban los derechos del pueblo francés; argumento desbaratado por
Saint-Just, su principal acusador, quien dijo que no se podía ser
rey, sin saber lo que le pasaba al pueblo y sin responder por la
violación de sus derechos; por que quien tenía el poder, era
responsable de su ejercicio, o de sus omisiones; y quien tenía más
poder, como el rey, era más responsable; pues a mayor poder, mayor
responsabilidad. Principio, que se constituyó, desde entonces, en
uno de los fundamentos del Estado de derecho, donde no existe ninguna
persona o funcionario irresponsable y donde el que tiene más poder,
tiene también más responsabilidad.
Quiere engañarnos
también, quienes afirman, que el Presidente no tiene que irse si
pierde el plebiscito. Como vimos arriba, el plebiscito es un apoyo o
rechazo a las decisiones del Ejecutivo y en consecuencia, el rechazo
a su modelo de paz, excesivamente imperfecta, es un rechazo también
al Presidente, un hecho fundamental sobreviviente, posterior, que
deslegitima su elección anterior; como deslegitimizo al general de
Gaulle, la pérdida del referendo plebiscitario que se inventó; como
los recientes hechos de Inglaterra, el brexit le quitó la
legitimidad a su primer ministro David Cameron, para continuar
ejerciendo como tal y se vio obligado a renunciar; o como se vio
obligado a renunciar un dictador como Pinochet, cuando perdió su
plebiscito. El caso del presidente santos, es mucho más grave cuanto
que, pudiendo escoger entre un referéndum, una asamblea
constituyente y un plebiscito, escogió esta figura y quien
libremente escoge, jurídica y éticamente es responsable de su
decisión. Esperamos, que la escogencia de esta figura, no tenga el
propósito torticero, de eludir la responsabilidad, en el caso en que
pierda el referendo, para en esa hipótesis, argumentar que quien
perdió fue la FARC; no el Presidente, a pesar de que el plebiscito
en una consulta sobre el gobierno, no sobre la FARC; y en caso de
ganar el plebiscito, argumentar, que nadie más que él, es el mejor
garante de los acuerdos de esa paz, ya que él fue quien los creó;
que nadie mejor que él para ejecutarlos y por esta vía quedarse
otra vez en el poder. Argumento parecido el de Uribe, quien
argumentaba que su guerra era el mejor medio para lograr la paz en
Colombia y que por lo mismo, debía permanecer en el poder, como
garantía de que la paz se lograría por medio de la guerra.
Imprescindible Uribe para la paz por medio de la guerra e
imprescindible santos para la guerra contra los derechos del pueblo,
por medio de su paz excesivamente imperfecta.
Ahora,
que han querido blindar, la dictadura civil del gobierno de turno,
acudiendo a las normas de derecho internacional, sería bueno que los
negociadores de La Habana, tanto del gobierno como de la FARC,
repasarán la más importante de todas las normas, la declaración
universal de los derechos humanos, de la ONU, y especialmente su
preámbulo, para que entendieran que la verdadera garantía de la
paz; la paz menos imperfecta, con justicia social es la que respeta
los derechos humanos; que sin derechos humanos no hay verdadera paz.
Que no es cierto, que el cese al fuego entre el gobierno y las FARC,
acaba con la rebelión en Colombia; pues aunque cese la de la farc,
estará abierta la puerta para la rebelión de otros colombianos;
como dice el preámbulo: “Considerando
esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de
Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo
recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión “; o como
dicen en otra parte; el mismo preámbulo: “Considerando que la
libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el
reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e
inalienables de todos los miembros de la familia humana; Considerando
que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han
originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la
humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada
del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos,
liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de
palabra y de la libertad de creencias”.
También
quiere engañarnos, quienes afirman, que si el plebiscito es
derrotado, necesariamente gana la guerra y debemos continuarla; esto
no es cierto; aunque se pierda el plebiscito, podemos perseverar en
la búsqueda de la paz; podríamos tener una paz menos imperfecta;
por ejemplo; podríamos tener una paz con asamblea nacional
constituyente, con representación de la sociedad civil y de las
organizaciones sociales; una paz con más justicia social, donde las
comunidades afro descendientes e indígenas, se representen a sí
mismas, y decída su propio destino en sus territorios y éste no se
ha decidido por la FARC. Donde se trace una línea distinta entre
delitos cometidos por los combatientes contra combatientes y delitos
cometidos por los combatientes sociedad civil; y donde se respete la
diferencia que traza nuestra constitución, entre delito político y
delito común; donde no se dé el mismo trato al espíritu altruista
de los rebeldes, que al espíritu egoísta de los no rebeldes
(dejando claro de una vez, que consideramos que la mayoría, de los
miembros de las Fuerzas Armadas, han cumplido con su deber y que esa
mayoría, no puede dejarse engañar, de una ínfima minoría, que no
lo ha hecho); una paz donde la sociedad civil haga efectiva los
derechos de la educación y de la salud para todos los colombianos.
Quienes defendemos la paz
con justicia social, menos imperfecta que la propuesta por santos y
sus epígonos, estamos acostumbrados a que se nos calumnie, denosté
y ataque con igual saña, por la derecha, el centro y la izquierda.
Se afirma por nuestros detractores, que no entendemos la política,
que nuestra posición ética es un obstáculo para la paz y que en el
mejor de los casos esa “reflexión moral es abstracta”. ¡Qué
importante que estas difamaciones, haya colocado el debate donde debe
estar, en el terreno de la ética!. Lo primero que debemos recordar,
es que el hombre es el único ser de la naturaleza que puede realizar
acciones morales, que somos seres morales con voluntad libre y que la
obligación moral deriva de la razón. Que en cada acto del hombre
(en cada coyuntura: política, económica, social, etcétera),
debemos preguntarnos: ¿qué debo hacer? ¿Cómo debo obrar?, Como
debemos obrar siempre, no importa de qué acción concreta se trate.
Si esa acción concreta, la realizamos por deber, entonces la acción
es un fin en sí misma y éticamente correcta; o por el contrario la
acción en un medio para conseguir un fin y por lo mismo moralmente
incorrecta o en términos políticos maquiavélica.
La
primera concepción que es la de Kant, parte del supuesto de que el
principio moral es un principio para todos (universalizable) y para
todos los actos concretos (coyunturas). La ley moral es un imperativo
categórico y como su nombre lo dice, es un deber que contiene una
orden que no admite excepciones, exoneración o dispensa en ningún
caso particular, o coyuntura. A la pregunta cómo debemos obrar, en
cada caso y siempre, responde: “obra sólo según la máxima que al
mismo tiempo puedas querer se convierte en una ley universal”. La
conciencia moral dice: no mentirás, no engañarás, no serás
corrupto, no matarás, defenderás los derechos humanos, no robarás,
serás siempre de izquierda, etcétera; estos mandatos son
absolutamente válidos en todas las circunstancias o coyunturas, pues
de otra forma no serían una exigencia moral. Nada gano con decir que
yo soy incorruptible, si en cada coyuntura yo me corrompo: hoy
exceptúo la regla con la excusa del dinero que me dieron; o del
puesto que me dieron, o de la mermelada; o del contrato que me darán.
Yo debo ser incorruptible, aunque me ofrezcan, en una situación
concreta dinero, deba conservar mi puesto o me ofrezcan mermelada. En
realidad no soy honesto, cuando critico la corrupción de los demás,
pero justifico la de mi padre o la de mi hija, por la circunstancia o
la coyuntura de que son mi padre o mi hija. Por mucho que predique
que soy defensor de los derechos humanos, no lo seré si en ciertas
circunstancias yo los violo o dejo de defenderlos; seré ladrón
aunque diga que no, si quiero excusar mi robo por la circunstancia de
mi pobreza o mi deseo coyuntural de tener mayor riqueza. No seré de
izquierda por mucho que lo pregone, si en cada coyuntura voto por la
derecha, así quiera justificarme con la fementida disyuntiva de la
paz, Estas reflexiones son igualmente válidas para los otros
mandatos de la conciencia moral: no mentirás, no engañarás,
etcétera que deben cumplirse siempre en cada caso particular, en
cada circunstancia, sin excepciones ni derogaciones pues de lo
contrario serán acciones inmorales o anti éticas. Esto es válido
para todas las acciones del hombre, incluidas las acciones políticas,
como la de votar el Referendo.
La
posición ética contraria, que considera que el hombre puede
llamarse incorruptible y sin embargo dejarse corromper en cada caso
particular, con tal de lograr un fin; o más grave aún, que
considera, que hay una esfera de la actividad o conducta del hombre
donde la ética es un obstáculo; y por lo mismo debe rechazarse la
moral en ese escenario, que es el campo de la política, donde todo
medio vale y está justificado si sirve para alcanzar el fin que es
el poder político; el fin justifica los medios, es el denominado
maquiavelismo; donde no hay imperativos categóricos, sino imperativo
hipotético condicionales, ya que las reglas morales no valen
absolutamente sino de modo condicional; son buenas y válidas si
sirven para conseguir un cierto fin. Y si el fin es el poder y este
se puede conseguir, con el asesinato, la tortura, la violación de
los derechos humanos, la mentira, el engaño, la corrupción o el
voto por la derecha, todos esos medios valen y están justificados.
Por el contrario, El
imperativo categórico, en todas las relaciones humanas, considera al
hombre como un fin en sí mismo “Obra de tal
modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente
como un medio". El ser humano no tiene precio sino valor; el
valor del ser humano no es intercambiable por otros valores; ni
siquiera por el valor de otros hombres; esto es lo que explica por
qué Kant rechaza la tesis, de que es posible sacrificar a un hombre
para salvar a otro hombre o a muchos otros hombres. Esa cualidad que
impide que un hombre pueda ser intercambiado por otro hombre, es lo
que se denomina dignidad humana; esa misma cualidad es la que hace
que un hombre sea un fin en sí mismo, y que por lo mismo jamás
pueda ser considerado como un medio; ya que si se le considera como
medio se le estaría Cosificando, dejaría de ser persona para
convertirse en cosa y podría ser intercambiable; por ejemplo se
podría intercambiar un hombre por dinero y con esto habríamos
regresado el régimen de la esclavitud; o se podría comprar,
utilizar y degradar el cuerpo de una mujer.
Coherente
con su ética, para Kant, estudiando las relaciones entre la política
y la moral, Sobre
el desacuerdo que hay entre la moral y la política con respecto a
la paz perpetua y
rechazando la tesis de que la política es inmoral, en La
paz perpetua
afirma “La
mejor política es la honradez”.
Lo correcto es más ético que lo bueno y la acción ética es más
importante que el resultado que se obtenga. Lo que dignifica al
hombre es la acción que realiza y no el resultado que obtiene. El
hombre es lo que hace y no lo que dice que es, pues si dice una cosa
y hace otra, en realidad es lo que hace; si digo que soy de izquierda
y voto por la derecha, en realidad soy de derecha.
Quienes
vemos y queremos una Paz menos imperfecta, asumimos nuestras
responsabilidades sin mentira y sin engaño; les decimos a los
maquiavélicos, incluido el gobierno, que quiere engañarnos sobre el
plebiscito, que de igual forma asuman la de ellos; que dejen su moral
flexible, distinta para cada caso, que a pesar de llamarse demócratas
y honestos, en un caso particular se corrompen y en otra coyuntura
también, que no aceptamos su invitación a formar parte del
maquiavelismo; que porque lo conocemos es que lo rechazamos; que
porque amamos la Paz grande es que rechazamos la guerra de Uribe y la
Paz de los sepulcros de Santos; que el pueblo colombiano puede,
desligarse de Uribe y de Santos, recuperar y ejercer su soberanía, y
abrir un proceso de Paz con Justicia Social, esto es, con más
derechos humanos para la sociedad civil; con una verdadera
constituyente, con educación y salud para todos, para hacer más
dignos a los colombianos; que preferimos continuar en el campo de los
principios Kantianos, manteniendo la dignidad del ser humano. Que
sepan los enmermelados, de derecha, centro o “izquierda” que
tenemos valores y valor, pero no tenemos precio; aunque existan
Maquiavélicos necios, que como dijera el poeta Antonio Machado “todo
necio confunde valor y precio”.
Jaime
Araujo Renteria
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