martes, 26 de enero de 2021

A propósito de la controversia suscitada en torno a la responsabilidad de Virgilio Barco Vargas en el genocidio político contra la Unión Patriótica. Por: Grupo de Investigación genocidio político contra la UP.

“El hombre solitario es una bestia o un dios”

A propósito de la controversia suscitada en torno a la responsabilidad de Virgilio Barco Vargas en el genocidio político contra la Unión Patriótica

 

La frase con la que titulamos esta reflexión la pronunció Aristóteles hace más de dos mil años, aún no pierde su vigencia y es más que pertinente para tratar de explicar la lógica de los debates en defensa de quien fungiera como presidente del Estado colombiano durante el periodo (1986-1990), luego de publicada la columna Virgilio Barco y el exterminio de la UP, publicada el 10 de enero de 2021, como desarrollo de una investigación periodística adelantada por Alberto Donadío. Intentar controvertir una investigación periodística como la de Alberto Donadío en relación con la responsabilidad de un presidente, aduciendo por algunos lo “buena persona” que era Barco; por otros que éste no sería capaz de gestar el crimen por padecer alzhéimer; hay quienes incluso le alaban  las “bondades” de nombrar los  alcaldes Upeistas elegidos por voto popular _ cómo era de esperase era su obligación_ si leen las condiciones ofrecidas, más no cumplidas por el Estado colombiano al naciente partido  político surgido de un intento de Acuerdo de Paz. Cualesquiera sean las razones esgrimidas por quienes lo aprecian de manera positiva, no solo lo convertirán en dios, sino en un dios mártir: Barco, será otra de las víctimas de la historia del genocidio político contra la Unión Patriótica. Irracional dirán unos, descabellado otros, infame muchos; poco sorprendente decimos como grupo de investigación, pues no sería la primera vez que, cómo maniobra del revisionismo histórico, se pretenda poner en la misma comprensión la categoría de víctima, a los verdugos.

 

 Lo que debemos entender es que Virgilio Barco, con o sin alzhéimer; buena o mala persona; bondadoso o siniestro no es el Dios Solitario del  relato de  la escritora británica Agatha Christie, era  el presidente de la República, por ende el jefe de Estado y de Gobierno, la suprema autoridad administrativa de Colombia y comandante supremo de las Fuerzas Armadas, es decir, contaba con todo el poder para convertirse en bestia. No para denotar el arduo trabajo de los animales que se denominan como tal, tampoco para calificarlo como coloquialmente se nombran a las personas dotadas de poca inteligencia, sino para significar la bestialidad en relación con la perversión. 

 

Otorgarle el título de dios o bestia a Virgilio Barco al considéresele en su persona, cómo individuo, es más un asunto de criterios, pasiones personales, experiencias también personales “yo lo conocí”, “yo estuve cerca”, “yo trabaje con él”, “yo no lo creo capaz”, “yo conocí a su tatarabuelo”, etc.; respetables los sentimientos y las creencias hacia él ya sean de simpatía o antipatía, respetables claro. No obstante, el que haya actuado como presidente de forma bestial contra una identidad política que acababa de surgir, precisamente como una salida política a un conflicto armado, no es un asunto personal, es una realidad social, un hecho histórico que hace parte de la memoria colectiva.  La importancia de la responsabilidad del Estado por acción u omisión en la perpetración del genocidio político contra la Unión Patriótica no se desvanece, porque el Jefe de Estado se llame Virgilio Barco. Su responsabilidad por acción y/u omisión como Jefe de Estado y como  Comandante  en Jefe de las Fuerzas Armadas no se puede poner en duda  porque un periodista, que con la licencia  precisamente tiene por ser periodista, para guardar confidencialidad sobre su  una fuente; o porque otros periodistas y columnistas[1] del partido liberal y admiradores de Virgilio Barco desestimen la investigación de Alberto Donadío, o porque  algunos medios llamados alternativos le exijan a una investigación periodística que,  en los mismos términos y alcances, actúe  como investigación judicial para darle ahí sí validez.  

 

Son las  cifras de víctimas Upeistas, sometidas a distintas modalidades de eliminación las que demuestran que  el período Barco Vargas alcanza los mayores índices; son las confesiones que  algunos paramilitares reconocen en contubernio con militares (recordar Virgilio Barco era  el comandante en jefe de las  Fuerzas Militares) eliminaron individual y colectivamente Upeistas; es la declaración del consejero presidencial (con rango ministerial) para la paz del gobierno de Virgilio Barco[2]; son las palabras de dos los mercenarios que implican  el gobierno Barco Vargas, entre otras cosas las que también demuestran a su responsabilidad:

 

Dice Rafi Eitan, el 18 de junio de 1990 (recordar que Virgilio Barco era aún el presidente, su periodo terminó hasta el 7 de agosto de ese año): En un artículo que La revista Semana, publico como “El Mercenario” el cual recrea con el subtítulo “Yair Kelin (sic), se pasea como Pedro por su casa en Tel

Aviv vendiendo agüita en botella”, cuando el periodista le pregunta a Rafat Eitan 

 

"Por qué el caso de Klein permanece sin resolver? Una respuesta la dio al Jerusalem Post hace pocos días Rafael Eitan, miembro del parlamento israelí y antiguo jefe de Estado Mayor: "Algún día, si se decide que estas historias se puedan contar se verá que el Estado ha estado involucrado en actos mil veces más sucios que cualquier cosa que esté sucediendo en Colombia" [3]

 

El mismo Klein dice en una entrevista también publicada por Semana en 2012

 

Comenzaba el año de 1988 – (gobierno Virgilio Barco), cuatro meses después de mi primera visita a Colombia, y allí me encontraba de nuevo. El avión aterrizó en el aeropuerto Eldorado de Bogotá. Me recibió (Isaac) Shoshani (representante en Colombia de Taas, la industria militar israelí) con un hombre al que me presentó como Luis Meneses (alias Ariel Otero, teniente (r) del Ejército, segundo al mando de los paramilitares de Puerto Boyacá). Me explicó que era un oficial retirado del Ejército Nacional, que conocía a todo el mundo en la región y que sería mi guía en todo este proceso[4]. (Semana, 2012) 

 

Por lo anterior, es inaceptable que, recurriendo al reduccionismo, se intente defender lo indefendible, que el Estado colombiano, durante el periodo (19861990) bajo la presidencia de Virgilio Barco Vargas, no tuvo nada que ver con la perpetración y aquiescencia del genocidio político contra la Unión Patriótica, intentar decir que no sabía, que lo engañaron, que no estuvo presente es normalizar “fue a mis espaldas”, legitimación de impunidad que ha causado tantos dolores a este país. Pretender negar los hechos comprobables desacreditando una investigación periodística por no mencionar las fuentes, es asumir el negacionismo como forma de borramiento de las responsabilidades del Estado colombiano en el cometimiento del genocidio. Esta vez la invalidación de la realidad toma como chivo expiatorio un artículo periodístico y un expresidente, muerto “enfermito” y “buena persona”, pero ciertamente cuando de desvirtuar la responsabilidad se trate, igual intentaran convertir  en dioses a otras bestias,  recordemos  lo que plantea  Hannah Arendt en la Banalidad del mal[5]

Lo más grave, en el caso de Eichmann, era precisamente que hubo muchos hombres como él, y que estos hombres no fueron pervertidos ni sádicos, sino que fueron, y siguen siendo, terrible y terroríficamente normales.

 

Para quienes aman, admiran, loan, respetan, aluden a los Belisario Betancur Cuartas; Cesar Gaviria Trujillo; Ernesto Samper Pizano; Andrés Pastrana Arango;  Álvaro Uribe Vélez; Juan Manuel Santos e Iván Duque; siempre habrá razones para negar el genocidio político contra la Unión Patriótica, invalidar las investigaciones  que lo demuestran, macartizar a quienes se atrevan a responsabilizar estos “prohombres”, que al igual que  Virgilio Barco han sido y hoy uno de ellos es  presidente de la república,  jefes de Estado y comandantes en jefe de las Fuerzas  Militares. ¿Si por cada uno hay excusas, excepciones, entonces cómo se explica un crimen que aún hoy de manera continua, sistemática se sigue cometiendo hacia una identidad política como la Unión Patriótica? 

 

Deberíamos aprender de la decencia del colectivo historias desobedientes, agrupación que está conformada por hijas, hijos y familiares de miembros de las fuerzas armadas y de seguridad responsables de crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura cívico militar en Argentina, cuando en palabras de una de las hijas de un torturador dice: 

 

No hubo vuelta atrás. Él es una persona horrenda y yo no quiero a alguien así en mi vida. Siempre me repitió que había hecho lo que había que hacer, que había actuado correctamente, que los crímenes habían sido necesarios. Ah, y no los llamaba crímenes, claro. Los llamaba 'acciones'.[6]

 

Es urgente, necesario e indispensable que, como sociedad, demos el paso y digamos que no queremos a los genocidas como parte de nuestras vidas. Es igualmente necesario, darle un lugar de responsabilidad al mal, no banalizarlo más, entender que han sido los hombres normales, los que han perpetrado barbaries, vuelve y nos recuerda  Arendt, en la  obra anteriormente referida:  

 

En la medida en que realmente pueda llegarse a superar el pasado, esa superación consistiría en narrar lo que sucedió. 

 

Por lo tanto, es importante comprender que antes de condenar al narrador, es importante hacerle un juicio al verdugo, que en este caso no es un dios  solitario, ni una  bestia con incapacidad  mental, es un sistema, que  implementa unas políticas y ejecuta unas estrategias de eliminación para ello requiere; de una estructura ejecutiva, legislativa, judicial y parainstitucional, que no podrían actuar sin la comandancia y/o aquiescencia de la jefatura regida por unos gobernantes que se llaman presidentes y que se acompañan de gabinetes. La cuestión no es personal, es política La acción no es la retaliación es la restitución de la dignidad a las víctimas, sujetos políticos despojados de sus derechos; el personaje no es Barco, son los protagonistas del genocidio político contra la Unión Patriótica. Negarlo o reducir los hechos, no nos dejará transitar ni política ni éticamente, es cuestión de no tapar los hechos, sino de conocerlos, comprenderlos y transformarnos en nuestra conciencia social y humana; solo  así, de alguna manera estaremos siendo artífices no de la ignominia sino de las garantías para que ésta cese y no se repita ¡ Nunca Más!.. 

  

 

Enero 2021.



Grupo de Investigación Genocidio Político contra la Unión Patriótica

Director Perenne: Iván David Ortiz Palacios

 

 

 



[1] Las opiniones de Ramiro Bejarano y Felipe Zuleta se pueden consultar en https://www.semana.com/confidenciales/articulo/la-lluviade-criticas-contra-alberto-donadio-por-su-violenta-denuncia-sin-sustento/202117/

[2] Dr. Carlos Ossa Escobar, rinde prueba extraprocesal el 2 de junio 2011, ante el Sr. Notario Miguel Caroprese Méndez, Notaria Tercera del Círculo de Bogotá. Atendiendo al artículo 113 de la Ley 1395 de 2010.

[3] Puede consultar el artículo en: https://www.semana.com/nacion/articulo/el-mercenario/13466-3/

[4] Puede consultar el artículo en:https://www.semana.com/nacion/articulo/yair-klein-cuenta-su-historia/255142-3/

[5] Arendt, H. (1999) Eichmann en Jerusalén Un estudio acerca de la banalidad del mal. Barcelona: Lumen  

[6] Escrito de Valeria Perasso (2020). “Mi padre, el genocida": las hijas de torturadores en Argentina que rompieron su silencio y contaron el "secreto familiar".https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-51223306