La historia de la humanidad demuestra que los pueblos oprimidos han recurrido a la rebelión armada como un medio para romper las cadenas de sus opresores. Desde Espartaco hasta nuestros días, han surgido guerreros de la lucha de masas, uno de ellos fue Manuel Marulanda Vélez, comandante en jefe y fundador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (FARC-EP), quien un 26 de marzo de 2008 por causas naturales dejó de existir físicamente, y en su memoria, fue declarada esa fecha como: el Día del Derecho Universal de los Pueblos a la Rebelión Armada.
Desde entonces, cada 26 de marzo en varias partes de América y el mundo, en especial en la Plaza Manuel Marulanda en el corazón de Caracas, Venezuela, conmemoran a todos los héroes insurgentes que junto a sus pueblos, han ejercido el legítimo derecho de la rebelión armada en contra de la oligarquía mercenaria. Este legítimo derecho que tienen los explotados, ha sido siempre condenado, negado y criminalizado en todas sus expresiones por quienes ejercen la violencia institucional, como única forma valida de un orden jurídico basado en la explotación del hombre por el hombre.
Sin embargo no sólo es la reacción quien condena este derecho, sino también el reformismo de la socialdemocracia y el pacifismo de las capas pequeño burguesas. Ellas tratan de inculcar en las masas obreras, campesinas y populares, la negación de la violencia organizada para defenderse y lograr los objetivos políticos, como la toma del poder. Con juicios morales y acciones legalistas, la socialdemocracia pretende “solucionar” la contradicción histórica e inherente de la violencia del sistema capitalista. Por ello en ciertas circunstancias, al imperialismo le ha sido más eficaz utilizar a la socialdemocracia y los movimientos pacifistas para desorganizar y derrotar las luchas de los pueblos.
En ese contexto, varias organizaciones que en su momento fueron revolucionarias han desistido y negado la vigencia de la lucha armada. Con ciertas aperturas y acceso al sistema burocrático de la democracia burguesa representativa, los ahora reformistas han fetichizado la legalidad, la razón jurídica y el Estado de derecho burgués. No es ninguna casualidad que las leyes y reformas constitucionales más represivas para los pueblos, enmascaradas con la seguridad nacional para el combate del crimen organizado y el narcotráfico, tengan el aval de la llamada “izquierda” moderna electoral.
La legitimidad de las mayorías trabajadoras debe imponerse sobre la legalidad de las minorías parasitarias. Los pueblos organizadamente o espontáneamente se han levantado en armas para defender sus territorios y sobrevivir al asesinato que realizan el ejército, la policía y los paramilitares. Es humano el instinto de sobrevivencia mediante las armas, negarlo sería un suicidio ante acciones asesinas que impunemente vivimos en la barbarie capitalista.
Mientras continúen los asesinatos en contra de dirigentes sindicales, campesinos, mujeres, indígenas y estudiantes, el derecho a la rebelión armada es y será vigente. Por eso, las enseñanzas políticas y militares de Manuel Marulanda y Jacobo Arenas deben ser estudiadas por los revolucionarios de todo el mundo. Una de esas enseñanzas, es que la lucha armada es resultado de la lucha de masas, sin estas el movimiento guerrillero no es posible. Entonces, es deber de los comunistas y revolucionarios apoyar los diálogos por la paz entre el Estado Colombiano y las FARC-EP, quienes sin entregar las armas y sin rendirse, buscan una salida política al conflicto armado. Así lo expresa la mayoría del pueblo colombiano mediante grandes movilizaciones de masas que exigen la nueva Colombia con paz y justicia social.
Callar ante la guerra y la violencia del imperialismo es un acto inhumano, como el condenar la lucha armada de los pueblos contra la injusticia y la represión de sus opresores. No es un ánimo guerrista el que impera en los revolucionarios cuando plantean la lucha armada. Por el contrario, es con total responsabilidad el explicarle a las masas que sin la combinación de todas las formas de lucha no es posible la victoria. En cada alzamiento obrero y campesino, es deber los comunistas orientar, organizar y aprender de esas luchas.
La rebelión armada es un derecho de los pueblos y una obligación de los revolucionarios prepararse para ella. Por eso los comunistas al igual que K. Marx, F. Engels y V.I. Lenin, planteamos la combinación de todas las formas de lucha, consientes de cuál es la fundamental en cada situación concreta. Como afirma Lenin en su artículo la Guerra de guerrillas, “el marxismo admite las formas más diversas de lucha; además, no las “inventa”, sino que generaliza, organiza y hace conscientes las formas de lucha de las clases revolucionarias que aparecen por sí mismas en el curso del movimiento”. Ni el anarquismo, ni el ultra izquierdismo, ni el revisionismo y oportunismo armado son el actuar de los comunistas.
Como afirman Fidel y el Che en la Segunda Declaración de la Habana, el deber del revolucionario es hacer la revolución. Y en un contexto de crisis mundial capitalista, el camino de los partidos comunistas y las organizaciones revolucionarias debe ser de ruptura con el sistema, por el derrocamiento del poder de la burguesía. Gestionar la administración estatal burguesa en tiempos de crisis sin buscar su derrocamiento, es traicionar a la clase obrera y campesina pobre.
Los pueblos de América y el mundo han resistido el avasallamiento imperialista mediante distintas formas de lucha, entre ellas la armada. Hoy el tiempo capitalismo se agota y con él el de la humanidad. Es de ingenuos e ilusos creer, que la oligarquía cederá el poder pacíficamente. Es de reformistas “olvidar” que las revoluciones se hacen de manera violenta y organizada. Es por ello que los comunistas y revolucionarios conmemoramos el 26 de marzo, porque llego el momento de pasar de la resistencia a la ofensiva.
¡Comandante Manuel Marulanda Vélez, juramos vencer y venceremos!
¡Que viva el derecho de los pueblos a la rebelión armada!
Julio Cota, Secretario de Organización y miembro del PCM